Cuesta imaginar un día sin tecnología. Nuestro trabajo, ocio, salud, relaciones, viajes, gastronomía, comunicación, información… todo, absolutamente todo tiene cabida en nuestro bolsillo, traducido en aplicación o plataforma que podemos consultar o visitar con un simple click.
Sin embargo, por lo que a educación se refiere, el uso de tecnología suscita dos grandes preguntas:
Preguntados por qué tecnología conocen para el aula, nuestros profesores enumeraron una serie de aplicaciones que aportan un valioso elemento lúdico en el aula. Y es que jugar gusta a pequeños y mayores y mejora notablemente el clima dentro del aula. Por sí solo esto ayuda mucho a la motivación y aporta un elemento ameno en la práctica docente. Pero no produce cambio de paradigma.
El profesor sigue teniendo el mismo trabajo, no mejora su calidad de vida, e incluso su volumen de trabajo aumenta debido a la carga de trabajo extra que tiene que asumir.
La tecnología de los juegos ha tenido una buena aceptación pero no ha conseguido imponer un modelo diferente de aprendizaje, alternativo al trinomio libro de texto-examen-certificado.
Otra gran contribución tecnológica han sido las plataformas de trabajo colaborativo entre equipos, como Teams o de comunicación por videoconferencia, como Skype o Zoom. Su tecnología ha sido decisiva para resolver el gran problema de la educación en pandemia. El gran escollo ha sido, sin embargo, pretender usar estas plataformas sin cambiar ningún planteamiento de la educación tradicional presencial, como por ejemplo el gran número de niños por clase que aún hoy maneja un profesor.
Y no sólo. No se ha podido imaginar una educación más allá de la fórmula aprendizaje basado en contenidos y medición a través de examen y desde luego no ha cambiado para nada el papel del profesor, su carga de trabajo y su preparación.
A pesar de los aún tímidos intentos de incorporar tecnología en educación, sí hay casos en los que la tecnología ha sido no sólo transformadora, sino que ha conseguido cambiar resultados y hasta vidas. Y no nos referimos sólo a los alumnos. Nuestra mirada, desde la misma gestación del proyecto Oxinity, ha sido centrada en el gran motor de la educación: el profesor.
La decisión de ayudar al profesor se convirtió en una misión que sólo podía cumplirse incorporando nuevas tecnologías para un nuevo orden de elementos, un replanteamiento de los recursos, procesos y resultados y sobre todo, gracias a la colaboración de una potente masa crítica de docente que aportaron su visión y pasión al proyecto.
Vemos cómo sucede:
Una herramienta dotada de big data permite medir, de manera inmediata, todas las interacciones que un profesor tiene con un alumno y todas las interacciones que un alumno tiene con el sistema y los inputs de aprendizaje cuando juega en la app, por ejemplo. Podemos medir el progreso del aprendizaje e identificar lagunas en el conocimiento. Si sabemos qué sabe y qué no sabe un alumno, podemos dirigir la clase hacia aquello que necesita aprender y aún no domina cada alumno.
Si, gracias a la tecnología que usamos, cambiamos el proceso de medir progreso, cambiaremos nuestra práctica. El profesor podrá abandonar el método de la clase magistral para ocuparse de ayudar a cada alumno a superar sus lagunas de conocimiento y a progresar más allá de la zona de confort de lo ya aprendido. Sin perder tiempo valioso de la clase, el profesor se puede ocupar mejor de las necesidades de los alumnos y hacer mejor uso de su tiempo y del tiempo del alumno para acometer lo más necesario.
Al cambiar nuestras prácticas, cambian drásticamente nuestras relaciones. El profesor entiende mejor las necesidades del alumno y le ayuda a superarlas. Pero el alumno, por su parte, aprende de muchos profesores guiados por el mismo sistema, participa de su propia evolución y toma las riendas de su aprendizaje, responsabilizándose de su progreso.
La tecnología, además, permite que muchos más alumnos sean guiados por más profesores de manera colaborativa.
Cambiando procesos, prácticas y relaciones, se modifica también el formato de las clases, ya que la tecnología permite que todo lo innecesario de la clase desaparezca y se sustituya por una interacción más dinámica y productiva entre los participantes. Por consiguiente tenemos clases más centradas en lo más necesario, sin perder tiempo y guiadas por varios docentes bajo el mismo sistema.
Al eliminar lo innecesario de la clase, podemos ofrecer clases más cortas, pero efectivas, más económicas y con mejor conciliación entre aprendizaje y el resto de las actividades de una persona.
Profesores globalmente comparten y mejoran contenido en tiempo real
Cualquier profesor en su plataforma tiene la estructura y el alcance de una academia.
Puede crear y gestionar grupos
Puede enseñar por videoconferencia
Dispone de todo el material y ahorra en preparación
El sistema guarda inputs sobre cada alumno e interacción y adapta los contenidos a su progreso
El alumno tiene control y autonomía sobre su aprendizaje en todo momento, sin la presión de tests y exámenes
La experiencia en clase es mucho más enriquecedora, dinámica, comunicativa y amena
Se propicia el traspaso global de experiencias entre profesores
Se consigue una educación personalizada que entiende el avance individual de cada alumno
Se cambia el paradigma del aprendizaje y el concepto 1 profesor varios alumnos pasa formularse de manera que 1 sistema opera para que varios profesores puedan dar clases a muchísimos alumnos de manera coordinada.
Durante 200 años la educación ha presentado el mismo dibujo de un profesor frente a un grupo de alumnos a los que impartía conocimiento y examinaba para evaluar el resultado.
Hoy son muchos los colectivos que apuestan por fomentar la colaboración entre alumnos para un aprendizaje colaborativo por tareas.
Pero la verdadera revolución de la educación se producirá cuando los profesores, coordinados, consigan trabajar en colaboración a nivel global para rediseñar los paradigmas educativos. Y con ello acelerar los resultados del aprendizaje de manera espectacular y mejorar sus vidas profesionales de una vez por todas.
Vídeo completo de la Friday talk