Hay fechas que se nos quedan grabadas en el alma, como por ejemplo la de tu cumpleaños, la de San Valentín o el día del Padre. Pero este famoso 8 de marzo, tan alabado por unas y denostado por otros, ¿qué quiere decir?
En primer lugar, habría que reseñar que uno de los primeros movimientos obreros que contaban con mujeres entre sus filas tuvo lugar el 8 de marzo de 1857, cuando más de 15.000 trabajadores de la industria del vestido neoyorquina decidieron hacer huelga. La respuesta de la Policía de la época fue dura y dejó muchos heridos para aquellas primeras heroínas que sólo pedían mejoras en las precarias condiciones de trabajo que tenían que soportar.
En teoría el 8 de marzo de 1908 se incendia una fábrica, la Cotton Textile Factory, ubicada en Washington Street (NYC). Encuentro información contradictoria sobre este suceso, ya que hay quien afirma que las 129 mujeres que murieron quemadas habían sido encerradas para evitar que se unieran a la huelga que había estallado (empezaría con posterioridad a esta fecha); mientras que otra versión asegura que se habrían reunido y encerrado ellas mismas en protesta. Cayendo en la cuenta de que era domingo, Washington Square es la dirección en la que se ubica un inmueble que se incendiaría con posterioridad y que no hay referencias en la prensa de la época, deduzco que este dato no puede contrastarse y puede no ser cierto.
Pese a ello, en agosto de 1910 a petición de Clara Zetkin, se aprobó por unanimidad durante la 2ª Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras celebrada en Copenhague, que el 8 de marzo fuera en adelante el día de la Mujer Trabajadora. Y el 8 de marzo de 1910 en España se admitió por primera vez a las mujeres en la Universidad de manera oficial.
En esta década se vería en Nueva York la primera huelga de grandes proporciones, en la que más de 40.000 costureros y costureras industriales hicieron un parón de casi tres meses (desde noviembre de 1909 hasta febrero de 1910) para luchar por poder sindicarse, unos salarios dignos (ganaban por unas 52 horas a la semana de media, que podía verse aumentada hasta 75 horas, unos 7 dólares; unos 3 dólares actuales la hora), la regulación de la jornada (8 horitas, que ya está bien…) y la eliminación del trabajo infantil. El eslógan de este movimiento fue “Bread & Roses” (“Pan y Rosas”), que simbolizaba la estabilidad laboral y la conciliación y el bienestar. Este parón terminó con la firma, llevada a cabo por de una de las grandes textiles norteamericanas, de un acuerdo más justo para sus trabajadores. Dos de las grandes fábricas del momento se negarían a hacer una sola concesión, entre ellas la Triangle Shirtwaist Co., que sería tristemente conocida por el gran incendio que acabó con la vida de 123 trabajadoras, la mayoría judías e inmigrantes europeas de entre 14 y 48 años, 23 trabajadores y dejaría 70 heridos.
El incendio de la fábrica de camisas Triangle Shirtweist Company, ubicada en los pisos 8, 9 y 10 de la calle Greene Street esquina con Washington Place, tuvo lugar el 25 de marzo de 1911 a las 4:45.
Se inició en la 8ª planta, al parecer iniciado por una colilla dentro de un cubo en el que se desechaban los recortes textiles y que llevaba más de dos meses sin vaciarse. El turno de las trabajadoras terminaba a las 4:45 y la primera alarma por fuego se dio a las 4:48; la segunda sería a las 4:50.
Algunas de las mujeres lograron salir de aquel infierno, mientras que otras no pudieron pese a haber tres puertas y ascensores que hubieran podido llevarlas a la salida. Lo que ocurrió fue que, para evitar robos, los trabajadores eran registrados cuando terminaba su turno y por ello solamente estaba habilitada una de las puertas, la que llevaba a los ascensores.
El resultado fue que algunas mujeres murieron hacinadas tras las puertas cerradas y otras a consecuencia de tirarse por las ventanas del edificio a la calle.
La prensa se hizo eco de la noticia de inmediato y se inició el juicio contra los dueños de la Triangle. Durante el funeral se hizo una marcha silenciosa a la que acudieron más de 100.000 personas.
Resultarían absueltos de los cargos en base a que ya se había terminado el turno (a pesar de que el artículo 80 de la Labour Law de la época sí contemplaba que la jornada incluía un tiempo razonable para abandonar el lugar de trabajo), que los incendios eran relativamente frecuentes y a que no quedó demostrada de manera fehaciente la intención de encerrar a los trabajadores. Quedó demostrado gracias a los testimonios de varios ingenieros que inspeccionaron el edificio antes y después, que había fallas significativas en cuanto a la seguridad y elementos que dificultaban el paso además de puertas cerradas que debían haber sido abiertas durante la alarma. Un jurado les absolvió, pero la Historia les condena.
A raíz de este terrible hecho, la Labour Law se revisaría e incluiría amplias medidas de seguridad, mejoras significativas y se perseguiría su incumplimiento.
Unos años después, el 8 de marzo de 1917, las mujeres rusas se amotinaron en las calles para exigir pan, derechos y el fin de la guerra en lo que dio el pistoletazo de salida a la Revolución que cambiaría el país para siempre.
Querer lucrarse a costa de la explotación, obligar a sus trabajadores a hacinarse en unas condiciones de trabajo vergonzosas y hacer oídos sordos a todo lo que no sea su propio beneficio ha sido una constante a combatir en la lucha obrera por todo el mundo. Situaciones injustas y contra las que deberíamos alzarnos como la de las fábricas textiles que compañías estadounidenses mantienen en Bangladesh, como cuando aceptamos un trabajo en el que la remuneración no respeta los convenios o si nosotros mismos eliminamos alguno de nuestros derechos, escritos con tanta sangre, para evitar que puedan despedirnos.
Porque los derechos que tantas vidas cuesta alcanzar, una vez perdidos no se recuperan.
¡Lucha por tus derechos!
¡Prepárate para un futuro mejor, habla idiomas!