A sus hijos, sólo les hablan en inglés. Les entiendan o no.
Si los niños no les entienden, no se lo traducen al castellano. A fuerza de hablarles en inglés, los niños aprenden... ¡inglés!
No les enseñan listas de palabras: hoy los colores, mañana los días de la semana. ¡Nadie puede comunicarse sólo con listas de palabras! Todo va juntito y revuelto: las palabras, su pronunciación, la estructura de la frase y la intención comunicativa.
No se les ha ocurrido enseñarles a leer antes de saber hablar. Les parece bastante absurdo.
Los phrasal verbs no saben lo que son, y sin embargo ¡qué bien los utilizan!
Si ven que los niños ya saben algo, no se lo repiten cada principio de curso académico a modo de repaso.
Si ven que no saben algo, allí sí que insisten. Pero no les hacen rellenar ejercicios con huecos en blanco. Lo repiten.
No necesitan ponerles exámenes para tener evidencias de lo que han aprendido. La mejor evidencia es la respuesta verbal.
Y aún así, todos los niños ingleses pueden sacarse cualquier examen o certificado de C2. ¡Aunque no hayan estudiado!