Llevamos más de un año teniendo vidas completamente “online”. Ahora todo ocurre en remoto y han surgido un sinfín de fórmulas y plataformas que, en parte, han supuesto un medio de supervivencia en muchos aspectos: las comunicaciones personales, el trabajo, y la docencia. Ya no se puede negar que somos una sociedad totalmente tecnológica, pero todavía en transición de lo que era una cotidianeidad analógica a la actual y completa digitalización.
Pocos estaban preparados para este cambio, que ha supuesto un fuerte impacto en nuestra forma de proceder. Pero, por otro lado, también ha sido una gran oportunidad para empresas que desarrollan herramientas online, y, dentro del sector de la enseñanza, tanto profesionales de todas las áreas como alumnos de todo tipo, han podido seguir, con mayor o menor dificultad, con sus clases. Llegado a este punto, se ha demostrado que todo se puede enseñar online: yoga, cocina, robótica, baile, programación o música por ejemplo. Dejando de lado la formación no académica, escuelas y universidades han dependido completamente de distintas herramientas ya existentes como Google Drive, Good Classroom, Moodle, Edmodo o Socrative por mencionar unas pocas. Pero el puente que nos ha salvado a todos ha sido, sin duda alguna, los sistemas de videoconferencia como Zoom, Skype, Teams, Meet o Jitsi.
Ahora bien, con todo este buffet libre de herramientas digitales (pues hay un sinfín), ¿Qué se ha hecho en el sector de la docencia? ¿Se ha digitalizado realmente la enseñanza? ¿Ha mejorado el modelo educativo? ¿O bien ha sido un mero cambio de herramientas? Es más, ¿es este un óptimo uso de la tecnología para optimizar el aprendizaje?
La respuesta a todas estas preguntas es: no. Lo único que hemos hecho (sin querer desprestigiar a todos los profesores que se han esforzado mucho para poder seguir online con sus asignaturas, y sin ningún tipo de guía o formación) ha sido mimetizar las clases presenciales con medios digitales. El docente sigue guiando a un grupo de 20 o 30 personas, pero desde una pantalla. (¿Cómo es eso posible?) Las herramientas de videoconferencia son fantásticas, pero no suponen digitalización alguna, pues son sistemas meros de telecomunicación que sí aportan presencialidad, pero que no pueden sustituir una clase como tal. Y eso si ha habido suerte, pues lo que ha pasado en muchos casos es que se ha roto por completo la importantísima relación entre profesor y alumno y la enseñanza se ha convertido en un sinfín de ejercicios en formato PDF que llegan por email a los alumnos. Se siguen usando los libros de texto, pero en 'formato digital' y en pantallas compartidas. Los ejercicios siguen siendo los mismos, pero ahora en documentos word, y, en definitiva, la forma de enseñar sigue siendo la misma.
Las clases online, tal y como se han planteado hasta ahora, no funcionan, y es obvio que han supuesto una experiencia negativa para quienes las hayan probado. No se puede camuflar un mismo método dentro de un medio completamente distinto. Hay que crear un sistema nuevo, uno que realmente aproveche todo lo que puede ofrecer la tecnología, a favor de optimizar y mejorar el aprendizaje. No se debe excluir al profesor, pues es el centro de todo conocimiento, quien reconoce los errores y puede anteponerse a ellos y corregirlos. Hay que usar la tecnología con lo mejor que puede ofrecer; hacer que ésta se adapte a nuestras necesidades, y no lo contrario, como ha ocurrido hasta ahora.
En Oxinity somos fieles defensores de la tecnología como trampolín para el aprendizaje de idiomas. Hemos desarrollado un sistema único para dar clases que aúna una plataforma de videoconferencia con actividades integradas junto a un chat complementario. Pero estas no son las características esenciales del sistema. Lo revolucionario es que está basado en Big Data: los alumnos son evaluados al final de cada clase y es el propio sistema que analiza los datos y proporciona los nuevos contenidos a trabajar para optimizar el avance del estudiante; proporciona material a medida. No usamos libros de texto; disponemos de un banco de recursos digitales. No nos hemos adaptado a las herramientas existentes; hemos desarrollado un sistema nuevo, basado en la tecnología, para optimizar y favorecer la enseñanza; una verdadera herramienta de aprendizaje en la que la digitalización trabaja para el alumno ¿Es este el camino a seguir para la verdadera enseñanza digital?
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