En 1604 Sir Edward Coke, juez de la corona británica dictó en una sentencia que "la casa de cada uno es su castillo y fortaleza, tanto para la defensa contra el daño y la violencia, como para su reposo". La sentencia ha trascendido hasta nuestros días como “mi casa es mi castillo”.
Y es que en educación, lejos de abrir las puertas a la cooperación y colaboración, el profesor aún se encuentra atrincherado en su aula como si de una fortaleza se tratara. Impugnable y cerrada a cal y canto a cualquier tipo de trabajo en equipo.
En su artículo Agilidad en Educación, Rodulfo J. Prieto afirma con acierto que “Los ambientes de trabajo evolucionaron, pero el aula parece haberse quedado congelado en el tiempo”. El autor del artículo aboga por transformar el aula en un espacio ágil (v. 2.0) que propicia el aprendizaje de por vida.
Su reflexión invita a abrazar la visión de empoderar al alumno para tomar las riendas de su propio aprendizaje con libertad y responsabilidad.
Si bien la colaboración es el gran objetivo en educación de cara al alumno, no está tan claro qué pasa con este mismo concepto trasladado al cuerpo docente. Como sociedad hemos llegado a la conclusión de que colaborando se trabaja, se emprende y se aprende mejor, pero aplicamos esta conclusión tan sólo parcialmente en beneficio de los alumnos.
Tan sólo planteamos colaboraciones a pequeña escala dentro de una determinada institución. No existe la conciencia de colaboración a nivel de equipos docentes entre diferentes instituciones.
Por muy de acuerdo que estemos con la tendencia en educación de poner el foco en el alumno como receptor directo de la misma, no podemos evitar preguntarnos qué pasa con el profesor. Nada de lo que se plantea para el alumno sería posible sin la participación activa del cuerpo docente.
Poco o nada ha cambiado para los profesores en los últimos 100 años. Siguen impartiendo conocimiento, instruyen al alumno y supervisan su progreso de la misma manera y con el mismo baremo que varias décadas atrás.
Se siguen haciendo los mismos exámenes y se sigue evaluando a los alumnos no según el progreso que han experimentado, sino usando el viejo sistema de restar los puntos que lo alejan de la excelencia.
No estamos ciegos a la modernización de las herramientas que utilizan hoy en día profesores y alumnos, pero sí denunciamos la escasa evolución de los sistemas educativos que no han sabido servirse de las nuevas tecnologías para replantear sus métodos hacia espacios que propician la colaboración para cambiar su enfoque y resultados.
Y si el trabajo colaborativo entre alumnos ya se está implementando cada vez en más escuelas y universidades, la colaboración entre docentes es aún demasiado incipiente y se reduce a lo local, dentro de una escuela o universidad determinada.
Que la figura del profesor no está respaldada por sistemas colaborativos quedó muy patente durante la pandemia provocada por el Covid-19. A marchas forzadas las escuelas y universidades se vieron obligados a cambiar el aula presencial por plataformas con videoconferencia incorporada, como Zoom y Teams. El canal cumplió con su función, pero dejó al descubierto la ausencia de cualquier tipo de adaptación de la enseñanza al medio digital.
Siguieron aplicándose los mismos métodos pre pandémicos, con los mismos libros, objetivos, enfoques y medición: los exámenes. No hubo ningún replanteo, ningún avance hacia un sistema más justo y amable hacia el profesor.
La digitalización de las herramientas tradicionales son un importante paso hacia adelante, muy necesario y muy de agradecer por profesores y alumnos. Sin embargo, esto de por sí no supone un cambio de paradigma en los sistemas educativos.
Hacen falta colectivos organizados que decidan bajo consenso los nuevos enfoques en educación. Se nos brinda la oportunidad de abrazar las nuevas tecnologías para crear sistemas que hagan evolucionar la educación. Y tenemos la obligación moral de cuidar de los profesores, para que ellos cuiden de nuestros hijos.
Desde hace años ya en Oxinity estamos promoviendo un sistema colaborativo entre profesores basado en el consenso colectivo, la adopción de prácticas que han probado su eficacia y un profundo replanteamiento de los objetivos y métodos para un aprendizaje orientado a competencias reales y demostrables y no a títulos ni certificados.
En Oxinity hemos dado voz a todos y cada uno de los profesores para que lideren el cambio hacia un sistema educativo en el que todos, profesores y alumnos, se sirvan de las nuevas tecnologías y herramientas para alcanzar metas, mediante la colaboración, hacia un aprendizaje de por vida del alumno y una vida profesional de plenitud y satisfacción para el profesor.
Si quieres saber cómo lo hacemos, te invitamos a nuestras FRIDAY TALKS donde estamos llevando a cabo la transformación en educación. Cada viernes a las 11:00 horas.
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